Carlos María de Castro, el hombre del Ensanche madrileño, había pensado un medio urbano similar al de las casas que hay entre el 28 y el 36 de Serrano: edificación a tres altura, patio interior con jardín, suntuoso principal, noble segundo. El servicio se acomodaría en áticos, y los obreros en el semisótano.
Desde el punto de vista, aquello era señorial, a la par que democrático. El proyecto naufragó con la ley de 1876, pero el antiguo bulevar de Narváez, luego Serrano, sigue siendo una calle la mar de fina, con tiendes de lujo y precios prohibitivos en la vivienda.
Por aquí vivieron Cánovas, Castelar, Muñoz Seca,... gente respetable. También de esta calle partió el primer tranvía. En los años cincuenta se contaban chiste de niñas finolis de Serrano.
Fuente: Recuerdos de Madrid en Postales – Diario-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario