Dos precauciones que debes
adoptar ante cualquier corte o herida son: limpiar inmediatamente la zona y
cortar la hemorragia.
Las heridas se lavan con agua
abundante, si es posible con agua y jabón, o mejor aún con agua oxigenada.
Para interrumpir la hemorragia hay que hacer presión sobre la zona afectada con
un paño o gasa limpia, o directamente con la mano. Si colocas la parte afectada
por encima de la altura del corazón, reducirás la presión de la sangre en la
herida. Una vez detenida la hemorragia, como medida desinfectante y para
acelerar la cicatrización vierte sobre la herida azúcar disuelta en agua. Se
trata de un método preventivo que puedes repetir varias veces durante el día
en caso de necesidad.
Otro antiguo y eficaz remedio a
base de plantas es la aplicación de hojas de llantén, previamente lavadas para
evitar una posible infección.
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