- Padre, se me ha muerto el perro. ¿Podría usted decir una misa por la pobre criatura?...
- No, mira, no podemos celebrar servicios por un animal en la iglesia. Pero en el pueblo de al lado hay un cura hereje de una de esas extrañas denominaciones, y lo mismo está de acuerdo.
- Pues muchísimas gracias. Por cierto, ¿tiene usted alguna idea de cuanto podría donarle a ese cura por el servicio? ¿Serían 1.000 € suficiente?
- Pero hijo, ¿por qué no empezaste diciendo que el perro era católico?
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