La
diferente temperatura del agua es una de las razones que hace que las prendas de
lana se apelmacen: completa el lavado con la misma temperatura, o en todo caso
que el agua del aclarado esté algo más fría que la del lavado.
Un
truco muy eficaz para que las prendas de lana queden suaves es añadir al lavado
el agua de cocer judías blancas, siempre y cuando esta no contenga sal.
Si
la prenda ya está apelmazada, déjala en remojo en agua y bicarbonato de sodio
toda la noche.
Después
del lavado da muy buenos resultados enrollar la prenda en una botella grande
previamente llena de agua caliente. Déjala así toda la noche y por la mañana
te sorprenderá su extrema suavidad, conseguida sin necesidad de recurrir a
productos químicos.