El
uso de la cal para pintar fachadas e interiores de viviendas se extendió de tal
modo en algunas comunidades que ha pasado a ser una característica fundamental
de la denominada arquitectura popular.
Si
embargo, el encalado de las calles (en algunos pueblos de da incluso cal a las
aceras) no obedece sólo a cuestiones estéticas, sino que ofrece una respuesta
práctica y económica a algunas de las cuestiones más importantes que plantea
la habitabilidad de las viviendas en el ámbito rural.
La
cal actúa como reflectante solar, impidiendo que las altas temperaturas que se
alcanzan en los pueblos del sur y las islas convierta en auténticos hornos el
interior de las casas.
Como
antiséptico, la cal resulta el mejor aliado del hombre en la lucha contra las
plagas domésticas de insectos. Si queremos optimizar costos a la hora de pintar
nuestra casa de campo, la cal blanca es además la opción más ecológica.
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