
- Los testículos del toro, señor -responde el camarero- Pero toro de lidia, no cualquier toro. ¡Una delicattessen!
El turista lo prueba y queda encantado. Tanto, que cada día pide para comer el mismo plato.
Al tercer día, el plato se ve como muy esmirriado con unas criadillas diminutas y el turista pregunta el por qué. A lo que el camarero responde:
- Compréndalo señor, ¡no siempre pierde el toro!
No hay comentarios:
Publicar un comentario