- Que, paseando al perrito, ¿no?
- Pero que perrito, ¿no se da cuenta de que es una piedra?
- Muy bien, muy bien, para que vea que nosotros somos sensibles a las mejoras de nuestros pacientes le voy a dejar en libertad. Total que sale el loco a la calle con su piedra y vuelve la cabeza y dice:
- Ves, Sultán, como si no ladrabas les engañábamos.
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