- Mamá, no me puedo casar con el novio que tengo.
- ¿Por qué hija mía?
- Es que no es creyente.
- ¿En qué no cree?
- No cree en el infierno
- Hija, cásate tranquila, que entre las dos le convenceremos de que sí existe.
- ¿Por qué hija mía?
- Es que no es creyente.
- ¿En qué no cree?
- No cree en el infierno
- Hija, cásate tranquila, que entre las dos le convenceremos de que sí existe.
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