La calle de Alcalá se llamó, al principio, “de los Olivares”, y era un lugar peligroso, tanto que Isabel la Católica hubo de mandar talar los árboles para evitar que los malhechores se escondieran por allí para vaciarle la bolsa a las gentes de bien, tarea que hoy realizan con mucha más decencia los numerosos bancos que ocupan sus aceras. La primera arrojada aristócrata que se fue a vivir tan lejos fue doña Eufrasia de Pignatelli, quien mandó construir un palacio cerca de los caños de Alcalá, que darían su nombre a la calle. Sería muy difícil enumerar las personas ilustres que a partir de entonces han residido o pasado por esta calle. El sitio desde donde fue tomada la foto está muy próximo a la actual estatua del maestro Alonso, autor de “Las Leandras”
Fuente: Recuerdos de Madrid en Postales – Diario-16
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