En la parte comprendida entre el final de la ciudad y los arrabales de Cuatro Caminos y Tetuán hubo una zona de huertas, que se regaron gracias al Canal de Isabel II.
Mucha gente de posibles tenía por aquí propiedades, como quien dice, campestres.
La tendencia de Madrid a crecer hacia el norte, el cauce del famoso arroyo y dos Planes Generales consecutivos (1929 y 1941) dieron lugar al surgimiento de esta espaciosa avenida.
El problema mayor que se encontró fue el desmonte de los altos del hipódromo, por donde hoy están los Nuevos Ministerios.
Sabido es que durante años la Castellana se llamó oficialmente avenida del Generalísimo, pero todo el mundo decía la Castellana.
Fuente: Recuerdos de Madrid en Postales – Diario-16
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