Las persianas de madera se deterioran cuando están expuestas a las inclemencias del tiempo. Para su protección tienes que frotarlas con un trapo empapado en aceite de linaza.
La limpieza periódica puede realizarse con la aspiradora o un cepillo viejo de los que se usan para la ropa; pero si están manchadas deberás repasarlas con un trapo humedecido en agua y unas gotas de amoniaco.
En cambio, para las persianas de aluminio o PVC lo mejor es utilizar agua con bicarbonato.
Un excelente sistema para la limpieza de las persianas de interior consiste en colocarse unos guantes viejos de tela o enfundarse la mano con un calcetín de algodón en desuso, mojar la zona de los dedos con una solución de agua fría y amoniaco (5 ml de amoniaco por litro de agua), y frotar las hojas de la persiana.
Fuente: El hogar ecológico - Ed. Plaza & Janes
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