Al paseo de la Florida no hay quien le quite su aire popular y desenfadado, a pesar de que ya no circulen por él unos bueyes tan hermosos, ni conduzca a la Bombi.
Si uno se sienta en la puerta de Casa Mingo, singular establecimiento que atesora restos del ambiente de los últimos ventorros, tendrá a su derecha la ermita duplicada en 1928, idea digna del maestro Luis Buñuel; y por encima del singular monumento verá pasar el funicular.
A la izquierda, y por detrás, la terrorífica tapia de la fenecida estación del Norte. Frente a uno, queda la estatua de Goya.
Aquí venían antaño, a pasar una noche entretenida, había trajines amorosos de toda laya, y, en su tiempo, las mozas podían pedirle novio al Santo.
Fuente: Recuerdos de Madrid en Postales – Diario-16
Fuente: Recuerdos de Madrid en Postales – Diario-16
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