Don Claudio Moyano y Samaniego, autor de la ley de Instrucción Pública que lleva su nombre, fue catedrático y rector de la Universidad de Valladolid, diputado en 1844 y ferviente liberal, aunque luego se fue haciendo más conservador y acabó siendo ministro de Fomento con Narváez.
La hermosa estatua que le hizo el escultor Querol (1900) está en la parte baja de la cuesta que lleva su nombre, junto al Ministerio de Agricultura, donde la hizo reponer don Enrique Tierno Galván, rescatándola de una de esas excursiones a las que son tan aficionadas las estatuas de Madrid.
Casi más bonitas que la propia figura del prócer son las tres placas de bronce que adornan el pedestal.
Los arrapiezos de la fotografía probablemente no sabían que aquel señor era quien les había salvado de la incuria.
Fuente: Recuerdos de Madrid en Postales – Diario-16
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