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El suelo es la parte de la vivienda más expuesta a la suciedad, que entra adherida a la suela de los zapatos o en forma de polvo por puertas y ventanas.
La mayoría de limpiadores y abrillantadores contienen ingredientes abrasivos y tóxicos, que además de general peligro por inhalación y contacto expelen olores penetrantes y molestos.
Los suelos de gres deben lavarse con agua y jabón disuelto. Una vez aclarados y secos frotas con aceite de linaza y abrillantas con un paño de lana.
Los suelos de madera se nutren y mantienen con un preparado que consiste en derretir en agua 60 gr. De cera de abeja, 140 ml de esencia de trementina, dos cucharadas soperas de aceite de linaza y dos cucharaditas de aceite de cedro. Esta fórmula revitalizante de la madera puede aplicarse cada seis meses.
Fuente: El hogar ecológico - Ed. Plaza & Janes
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