La reina castiza, doña Isabel II, la señora de don Francisquito de Asís, tiene una plaza privilegiada en Madrid. En ella pusieron en 1850 una estatua de bronce, costeada por el señor Santaella, comisario general de la Cruzada.
Famoso fue en Madrid el epigrama alusivo al caso: “Santaella, de Isabel / costeó la estatua bella, / y del vulgo el eco fiel / dice que no es santo él / ni tampoco santa ella.”
Sus razones tendrían. La plaza se llamó de los Caños del Peral, y también plaza de Prim, y está colocada sobre un profundo barranco, al fondo del cual hay ahora un par de tascas muy apreciables.
La fachada posterior del Teatro Real ha sido testigo de largas colas de melómanos en busca de localidades para los conciertos.
Fuente: Recuerdos de Madrid en Postales – Diario-16
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