El humo del tabaco contiene más de doscientas sustancias químicas, cuarenta de las cuales están reconocidas como cancerígenas, tanto para fumadores activos como pasivos.
Un buen purificador de aire o un ionizador también contribuyen a mejorar la calidad ambiental. Con todo, lo más respetuoso es salir a fumar al balcón o hacerlo junto a una ventana abierta.
Durante el invierno, cuando la temperatura no lo permita, puedes habilitar una habitación a la que no suelan acceder otros miembros de la casa, especialmente ancianos y niños.
Fuente: El hogar ecológico - Ed. Plaza & Janes
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