Este es el museo del que estamos tan orgullosos todos los madrileños, pero que no todos los madrileños han visitado.
El caso es que, cuando el ministro Floridablanca decidió su construcción, no iba a ser un museo de pintura, sino que debía albergar la Academia de Ciencias, el Gabinete de Historia Natural, el laboratorio químico y otras doctas instituciones.
Iba a ser un verdadero emblema de la Ilustración. El arquitecto Villanueva realizó el primer proyecto en 1785, y, poco después el definitivo.
Fue Fernando VII quien decidió utilizar el magnífico edificio de ladrillo rojo y granito para una gran pinacoteca, lo que aconteció en 1819.
Para saber algo de provecho sobre El prado, hay que leerse los libros de Chueca Goitia, Pedro Monleón y unos cuantos más.
Fuente: Recuerdos de Madrid en Postales – Diario-16
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