Una anciana muere y llega al Cielo. En las puertas del mismo se encuentra con San Pedro, y se ponen a conversar.
De repente, escucha unos gritos espeluznantes.
- No te preocupes por eso -le dice San Pedro-. Es sólo que le están haciendo los agujeros en la espalda a alguien para poder ponerle las alas.
La viejecita se pone un poco nerviosa, pero continúa conversando.
Unos minutos más tarde, se escuchan nuevos y escalofriantes gritos.
- ¡Pero, Dios mío! -exclama la anciana- ¿Y ahora qué está sucediendo?
- No hay nada de qué preocuparse -le contesta San Pedro-. Lo que pasa es que están haciendo las perforaciones que se necesitan para instalar la coronita.
-¡Ah, no, eso sí que no! -dice la viejecita- ¡No soy capaz de resistir todo esto! Mejor me voy al infierno.
- ¡Pero no puedes hacer eso! ¡No te puedes ir al infierno! ¡Allí abusarán de ti y te violarán!
- ¡No importa, para eso ya tengo los agujeros hechos!
De repente, escucha unos gritos espeluznantes.
- No te preocupes por eso -le dice San Pedro-. Es sólo que le están haciendo los agujeros en la espalda a alguien para poder ponerle las alas.
La viejecita se pone un poco nerviosa, pero continúa conversando.
Unos minutos más tarde, se escuchan nuevos y escalofriantes gritos.
- ¡Pero, Dios mío! -exclama la anciana- ¿Y ahora qué está sucediendo?
- No hay nada de qué preocuparse -le contesta San Pedro-. Lo que pasa es que están haciendo las perforaciones que se necesitan para instalar la coronita.
-¡Ah, no, eso sí que no! -dice la viejecita- ¡No soy capaz de resistir todo esto! Mejor me voy al infierno.
- ¡Pero no puedes hacer eso! ¡No te puedes ir al infierno! ¡Allí abusarán de ti y te violarán!
- ¡No importa, para eso ya tengo los agujeros hechos!
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