Un boxeador está recibiendo una gran paliza. Le salva el gong y lo arrastran hasta sentarle en el banquillo de su esquina. Sin poder abrir los ojos, cerrados por la paliza, y balbuceando por los dientes perdidos, le pregunta a su entrenador: - ¿Cómo voy... cómo voy? - ¡¿Qué cómo vas?! ¡Mira, si ahora sales y lo matas te darán combate nulo por empate!
No hay comentarios:
Publicar un comentario