En torno a esta plaza ha latido Madrid a su manera desde el
tiempo de los Austrias.
Dicen que otras ciudades tienen plazas que son cosa de
reyes, como en París, o de familias adineradas, como en Londres.
Madrid es corte, pero, sobre todo, es villa. Por eso la
Plaza Mayor es un lugar del pueblo, que asociamos con los tenderetes de Navidad
de nuestra infancia, llenos de figuritas de belén y rodeados de pavos
escandalosos.
En la historia quedan las corridas de toros, los autos
sacramentales, las ejecuciones y los autos de fe, los incendios que en 1631,
1672 y 1790 obligaron a rehacerla.
Pañeros, quincalleros, cañameros, sederos, aguadores...
Todos vendían aquí, en esta Plaza Mayor que hace unos años vio descubiertas
las pinturas de la Casa de la Panadería.
Fuente: Recuerdos de Madrid en Postales – Diario-16
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